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EL PREGONERO DE DIOS Y PATRIARCA DE LOS POBRES

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El pregonero de Dios y patriarca de los pobres es una comedia hagiográfica, de santos, sobre la vida de san Francisco, que se representó en el Coliseo de la capital de Nueva España el 4 de octubre de 1684. La obra concitó el ataque furibundo de la Inquisición novohispana, que la prohibió in totum, tras calificarla de “argumento muy repugnante, invención indecentísima, notablemente ofensiva e injuriosa a la seráfica santidad del glorioso patriarca san Francisco”. 

El autor toma como base los textos de Villegas y Ribadeneyra y sigue la línea de textos teatrales sobre el santo, como El serafín humano de Lope de Vega. Los elementos cómicos (disparates) de la obra recibieron el elogio de muchos autores contemporáneos (Sor Juana por ejemplo), aunque son precisamente los que la Inquisición considera indecentes y dignos de prohibición. 

Sin embargo, la construcción de la pieza es muy acertada y su interés y logros rebasan con mucho las considerables tribulaciones a las que fue sometida por la implacable censura novohispana.

Para preparar esta edición Antonio Cortijo Ocaña y Sara Poot Herrera han realizado un muy cuidadoso cotejo del manuscrito original y las dos ediciones ya existentes, más un minucioso análisis de fuentes y un estudio pormenorizado para desentrañar quién fue su autor, pues existen varias figuras históricas de la época con nombres cercanos a “Francisco de Azevedo”.

“Obedeciendo al mandato del Santo Tribunal con la puntualidad debida, hemos leído y considerado con toda atención la comedia adjunta; y juzgamos, hablando en general de toda su estructura, que toda ella es un argumento muy repugnante a lo que promete lo especioso del título; es una invención indecentísima, notablemente ofensiva e injuriosa a la seráfica santidad del glorioso patriarca san Francisco, cuya heroica perfección con muy justo título tiene tan alto concepto en la estimación de los católicos que se escandalizarán no poco si la ven obscurecida con las nieblas de amores, celos, reyertas, competencias, galanteos y liviandades, sin haber para ello fundamento en la historia, ni verosimilitud alguna en la ficción, si se atiende a la vida del santo aun cuando era secular. Además desto, toda la ficción desdice mucho de la fundación de una religión tan santa, representada entre amores lascivos y celos de los corrivales, aun en los fines de su perfección consumada, mezclando cosas sagradas con las profanas, introduciendo primero al ridículo, tan impúdico en las alusiones y equívocos, por compañero de un varón tan divino, y después con el hábito de san Francisco, discurriendo tan mentecato, torciendo siempre y deprimiendo altísimos sentimientos de las cosas divinas a muy groseras, soeces y sórdidas inteligencias. Por lo cual juzgamos que toda esta comedia es contra la Regla 16 del Expurgatorio en la advertencia 14 y 15.”

(Diego Marín y Martín de Rentería, calificadores del Santo Oficio, Ciudad de México, 17 de octubre de 1684)

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